Juan 3:16 es uno de los versículos más conocidos y citados de la Biblia, especialmente dentro del cristianismo.
Este pasaje enfatiza el amor incondicional de Dios hacia la humanidad, afirmando que dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, como un acto supremo de amor y salvación. La creencia en Jesús como el Salvador es presentada como el camino para alcanzar la vida eterna y evitar la perdición.
Este versículo es fundamental en la teología cristiana, ya que encapsula el mensaje central del Evangelio: la promesa de la vida eterna a través de la fe en Jesucristo y en su obra en la cruz.












