El Salmo 121 es un hermoso canto de confianza y esperanza en la protección de Dios.
Al comenzar con «Alzaré mis ojos a los montes», el salmista expresa una búsqueda de ayuda y refugio, mirando hacia las alturas, un símbolo de grandeza y poder. La pregunta retórica «¿De dónde vendrá mi socorro?» refleja una reflexión sobre la fuente de su fortaleza. La respuesta inmediata, «Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra», reafirma la fe en Dios como el creador todopoderoso, quien no solo ha formado todo lo que existe, sino que también está dispuesto a brindar apoyo y cuidado constante.
Este pasaje no solo ofrece consuelo, sino que también invita a los creyentes a depositar su confianza en una fuerza superior que trasciende cualquier dificultad terrenal.












